Formalizado como una U, en cuatro alturas sobre rasante, el edificio se vuelca desde el interior hacia las vistas de la sierra madrileña, escalonando sus lados desiguales para acompañar la pendiente de la parcela. En la fachada principal emerge un volumen saliente, con unas dimensiones, diseño y acabados tales que evoca la imagen de un tren Talgo, y que permite al edificio convertirse en una pieza emblemática acorde con la imagen corporativa de más de 50 años de la empresa.